Trayectoria como patrimonio.
Desde su declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2012, la festividad ha sido objeto de múltiples esfuerzos de preservación, tanto por parte del Estado venezolano como de la propia comunidad. Uno de los logros más importantes ha sido la organización formal de las cofradías (hermandades religiosas que dirigen el ritual), las cuales han asumido la responsabilidad de salvaguardar y transmitir este legado a las nuevas generaciones.
Se han creado espacios como la Casa de los Diablos, un lugar emblemático en Yare donde se confeccionan las máscaras, se guarda la indumentaria y se realiza formación para los futuros promeseros. También se han implementado talleres comunitarios sobre la elaboración de máscaras, danza ritual y oralidad, con el fin de enseñar a los jóvenes no solo las técnicas artísticas, sino también el significado espiritual y cultural de la tradición.
Aunque la celebración lleva más de 300 años realizándose ininterrumpidamente, su inclusión en la lista de patrimonio ha fortalecido su visibilidad y protección. Sin embargo, la preservación ha enfrentado retos, especialmente por la situación económica del país, que ha limitado el acceso a materiales, mantenimiento de espacios y apoyo institucional constante. A pesar de esto, la comunidad ha mantenido viva la tradición por medios propios, reafirmando su compromiso con el legado heredado.
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